La publicidad es una respuesta a una serie de demandas, persigue fines lucrativos lo que la convierte en una actividad comercial que busca atraer, seducir, convencer y vender.
El arte por el contrario, es algo más intuitivo, su fin no es el de lucrarse, más bien el de generar sentimientos, admiraciones y reflejar la forma en que se ve la vida según cada artista.
Desde sus inicios, vivían entonces de una manera separada, pero eso cambió por completo en los siglos XIX y XX, cuando se dieron cuenta que necesitaban la una de la otra para obtener los resultados esperados. Cuando había programaciones para eventos en las ciudades, una obra de teatro, luego el cine o hasta una obra de títeres, era necesario que los dos artes confluyeran con el fin de invitar y hacer conocer a los futuros espectadores sobre las presentaciones que habían sido preparadas para ellos, de una forma agradable, a veces colorida y muy seductora.
No se usaban los carteles solo para invitar a eventos, también para que se conociera sobre un nuevo establecimiento o la venta de una casa.
Entonces, en teoría, se puede decir que el arte y la publicidad se mezclan, se complementan y hacen del mensaje a transmitir una fuente más poderosa y atractiva. Podrían hacer anuncios simples con la información necesaria, pero si no le daban un toque estético era muy probable que los avisos pasaran desapercibidos por los habitantes, por las personas a quienes les podría interesar.
Las escuelas de diseño como la futurista, constructivista y dadaísta fueron las primeras en entender la relación que existía y que no se podía deshacer, lo hacían también para promocionar su propio estilo de arte y sus exposiciones.
Desde entonces, estas dos ramas, a mi parecer, han ido y deben seguir de la mano, no sobreponiendo una sobre la otra, si no apoyándose, esto conseguirá mejores resultados.
No queriendo decir que son la misma cosa, pero reflexionando acerca de los aportes que tiene el arte sobre la publicidad y visceversa.
Uno de los ejemplos más influyentes, se dio entre los años 50 y 60, cuando el reconocido artista Andy Warhol, decidió utilizar productos, etiquetas y demás elementos que servían para promocionar productos comerciales y los recreo desde un enfoque artístico.
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